Actualmente el hígado graso afecta a cerca del 30% de la población mundial. Se calcula que para el año 2030, la frecuencia del cáncer hepático asociado al hígado graso aumentará en un 137% y la de la cirrosis hepática en 168%, junto con un incremento de fallecimientos (178%).
La menarquia, que es la edad en que la mujer tiene su primera menstruación, representa un cambio físico importante y se da en la etapa final de la pubertad. En los últimos 20 años se ha observado una disminución significativa en la edad de inicio de la pubertad y por tanto de la edad de la menarquia, siendo de 12,1 años en 1995 a 11,9 en 2013-2017. Se sabe que las mujeres con menarquia precoz (antes de los 10 años) tienen una exposición prematura a la hormona estrógeno y esto puede influir en la distribución de las grasas y en el desarrollo de hígado graso.
En la revista Experimental Gerontology se ha publicado un estudio cuyo objetivo era tratar de conocer la relación entre la edad de la menarquia y el riesgo de padecer hígado graso. En el trabajo se incluyeron 2.730 mujeres, con una edad media de 49 años y 1.110 de ellas (39%) tenían hígado graso. Las participantes fueron clasificadas en diferentes subgrupos dependiendo de la edad en la que presentaron la menarquia (<10, 11, 12, 13 y >14 años). Se comprobó que por cada año adicional de aparición de la menarquia, la incidencia de hígado graso disminuía un 15%. El grupo de mujeres con la menarquía más tardía (después de los 14 años) presentaba un riesgo de desarrollo de hígado graso 68% menor que las mujeres del grupo más precoz en la menarquía (menor de 10 años). En resumen, estos hallazgos sugieren que la aparición temprana de la menarquia es un factor de riesgo importante para el desarrollo de hígado graso.
El Dr. Carreño y los médicos de la Fundación creen que hay que tener en cuenta estos datos e incluirlos en los factores de riesgo de hígado graso. Así, en caso de menarquia precoz, se podrían desarrollar estrategias preventivas como un control regular del peso junto con la evaluación del hígado (análisis de sangre, ecografía), aunque esto debe confirmarse con estudios prospectivos.