Actualmente existe un debate sobre la necesidad de administrar a toda la población una tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19. En la revista New England Journal of Medicine se han publicado dos estudios sobre la eficacia de la tercera dosis de vacuna en la población de Israel, país en el que se inició la administración de esa tercera dosis en julio de 2021.
Se incluyeron los datos de 5.540.073 personas vacunadas con la pauta completa. Un 90% de esta población había recibido una tercera dosis adicional al menos 5 medes después de la última dosis. Se comprobó que la infección por coronavirus era de tan solo un 0,3% entre las personas que recibieron la dosis de refuerzo frente al 13% de aquellos que no la habían recibido.
En el grupo de personas que habían recibido la tercera dosis, la severidad de la enfermedad se reducía en un factor de 17,9 en los mayores de 60 años y del 21,7 en los de 40 a 50 años de edad. Finalmente, los participantes del estudio que recibieron la dosis de refuerzo presentaron una tasa de mortalidad 90% menor que aquellos que no tenían la tercera dosis.
Niveles altos de anticuerpos detectados
Por otro lado en la revista JAMA se ha publicado otro trabajo realizado también en Israel en el que se medían los niveles de anticuerpos IgG (defensas) después de la administración de la tercera dosis de la vacuna a 97 personas mayores de 60 años. Se comprobó que la cantidad de anticuerpos IgG se incrementaba notablemente después de la dosis de refuerzo: título medio de IgG basal vs título tras la tercera dosis: 440 vs 25.468.
Entonces, ¿es necesaria la vacuna de refuerzo?
En resumen, la dosis de refuerzo frente a la COVID-19 es muy eficaz ya que, al aumentar significativamente el nivel de las defensas, disminuye la probabilidad de infección por el coronavirus. Además, en caso de infección la enfermedad es más leve y se reduce muy significativamente la mortalidad.