La enfermedad del hígado graso asociada a la disfunción metabólica se define por el acúmulo de grasa en el hígado en presencia de sobrepeso u obesidad y de alteraciones metabólicas (diabetes tipo 2, resistencia a insulina, niveles elevados de colesterol o triglicéridos), además puede existir el riesgo de sufrirlo debido a la alta contaminación.
Su prevalencia (20-40%) ha aumentado drásticamente debido a los malos hábitos alimenticios y al sedentarismo. Por otro lado, se ha sugerido que la contaminación atmosférica puede incrementar el riesgo de desórdenes metabólicos y por tanto influir en el desarrollo de hígado graso. En la revista Journal of Hepatology se ha publicado un estudio realizado en China que trata de demostrar la relación entre una larga exposición a la contaminación atmosférica y la presencia de hígado graso.
Presencia de la enfermedad por regiones
Se incluyeron 99.556 personas de 5 regiones diferentes de China a los que se tomaron sus datos demográficos (edad, género, hábitos de vida) y sus datos clínicos (peso, circunferencia abdominal, colesterol, glucosa, tensión arterial, etc.). Además a todos ellos se les estudió la presencia o no de hígado graso mediante ecografía. Por último, para cada persona del estudio, se calculó el nivel medio de polución atmosférica (partículas en suspensión y dióxido de nitrógeno) a la que había estado expuesta en los últimos tres años, según su lugar de residencia.
Se comprobó que a mayores niveles de exposición y más prolongados en el tiempo, mayor era el riesgo de padecer hígado graso. También se encontró que ser hombre, beber alcohol, ser fumador o exfumador, consumir alimentos con alto contenido en grasas o tener obesidad en la cintura aumentaba la asociación entre la contaminación atmosférica y el desarrollo de hígado graso.
Riesgo por una exposición elevada a agentes contaminantes
En resumen, este amplio estudio epidemiológico sugiere que una exposición prolongada a la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de desarrollar hígado graso y que tener malos hábitos de vida (beber, fumar y la obesidad) exacerba los efectos dañinos que produce la contaminación en el hígado. Si este hallazgo se confirma en la población occidental, las personas en riesgo de sufrir hígado graso (personas con alteraciones metabólicas) deberían restringir sus actividades al aire libre en la ciudad en los días de alta polución atmosférica.