Las estatinas (atorvastatina, simvastatina, pravastatina, etc.) son fármacos que se utilizan para disminuir el colesterol con eficacia en la prevención de enfermedades cardiovasculares (infarto, ictus). Se calcula que el 25% de las personas con más de 40 años y el 50% de las personas mayores de 70 años las utilizan.
En diversos estudios se ha comprobado que las estatinas tienen un efecto favorable en los pacientes con enfermedades del hígado (incluyendo la cirrosis), según se ha publicado en la revista Hepatology. Sin embargo, las estatinas se han relacionado con el aumento de los niveles de las enzimas hepáticas en los enfermos de hígado. Esto normalmente ocurre en los primeros 90 días de tratamiento aunque suele ser transitorio y gradualmente remite sin necesidad de retirar las estatinas. Por tanto, en las enfermedades del hígado sin cirrosis el uso de estatinas no está contraindicado.
Uso en el tratamiento del hígado graso
En varios estudios se ha comprobado que el tratamiento con estatinas puede ser útil en el hígado graso para prevenir y retardar la aparición de fibrosis. Además se ha demostrado que el tratamiento con estatinas reduce el riesgo de desarrollo de hígado graso. Esto se debe a las propiedades antioxidantes y anti-inflamatorias de las estatinas y que al disminuir los niveles de colesterol, se disminuye a su vez el riesgo de que se deposite grasa en el hígado, lo que es muy útil en las enfermedades del hígado, especialmente en el hígado graso.
En el caso de los pacientes con cirrosis hepática también se ha demostrado la excelente seguridad del tratamiento con estatinas y la aportación de beneficios para el control de la enfermedad. En este sentido, se ha comprobado que la administración de estatinas en la cirrosis disminuye en un 40% el riesgo de mortalidad frente a la ausencia de tratamiento y además se reducen en un 33% las infecciones. También la administración de estatinas a estos enfermos reduce el riesgo de complicaciones (descompensación hepática) en un 46% y ayudan a disminuir el riesgo de hemorragias ya que se reduce la presión de la vena porta. Finalmente, se ha observado que la probabilidad de aparición de cáncer de hígado en los pacientes con cirrosis tratados con estatinas disminuye un 37%.
En nuestra Fundación, el Dr. Carreño y su equipo administran tratamiento con estatinas a los enfermos de hígado cuando está indicado.