El síndrome de Gilbert (SG) consiste en una elevación asintomática de los niveles de bilirrubina (pigmento biliar amarillento) en ausencia de enfermedad hemolítica. Recientemente se ha publicado un trabajo sobre este síndrome en la revista Journal of Hepatology.
El único signo físico del Síndrome de Gilbert es la aparición de una ligera ictericia (coloración amarillenta) en la conjuntiva, sin que se acompañe de ninguna otra señal o síntomas de enfermedad. Este síndrome es frecuente ya que se presenta en aproximadamente el 5% de la población general. El Síndrome de Gilbert se produce por un defecto en la conjugación de la bilirrubina con el ácido glucurónico, lo que provoca el aumento de la bilirrubina indirecta. La formación de la bilirrubina conjugada está mediada por la enzima UGT1A1 y se han descrito numerosas mutaciones o polimorfismos en el gen de esta enzima, lo que sugiere que el síndrome puede tener una base genética.
Cómo se diagnostica el Síndrome de Gilbert
Generalmente se diagnostica por análisis de sangre en chequeos rutinarios o durante el estudio de otras enfermedades. Hay que tener en cuenta que entre el 10-20% de la población general puede tener alteraciones en los parámetros analíticos del hígado, por lo que para diagnosticar el SG es importante descartar todas las causas de enfermedad hepática.
En diversos estudios se ha demostrado que las personas con SG parecen estar protegidas frente a enfermedades ateroescleróticas. El espectro de condiciones médicas sobre las que ejerce un efecto beneficioso el Síndrome de Gilbert es muy amplio, como por ejemplo en las metabólicas (exceso de peso y obesidad, síndrome metabólico, hígado graso, diabetes). También influye favorablemente en la evolución de enfermedades oncológicas, inflamatorias, autoinmunes y neurodegenerativas (lupus eritematoso, artritis reumatoide, esquizofrenia, etc.).
Por otra parte, las personas con Síndrome de Gilbert tienen menor tendencia a acumular grasas en la edad avanzada, de jóvenes presentan un índice de masa corporal inferior que los que no tienen SG (22,5 vs 23,5 kg/m2) y tienen menor probabilidad de padecer diabetes tipo 2. Todos estos datos explican porqué las personas con Síndrome de Gilbert tienen una vida más prolongada, en este sentido, un estudio que realizó un seguimiento de personas con y sin SG pero con las mismas características epidemiológicas, demostró una reducción del 50% de mortalidad en las personas con este síndrome.
Tratamiento de este síndrome
El SG no necesita tratamiento y no se considera como una enfermedad propiamente dicha. Teniendo en cuenta los beneficios del aumento de la bilirrubina indirecta, se podría plantear la posibilidad de incrementar sus niveles. Hay diversos fármacos que aumentan los niveles de bilirrubina, pero no se administran para este fin. La alimentación puede incrementar los niveles de bilirrubina mediante la ingesta de plantas verdes (espinacas, brócoli, lechuga, rúcula, berros, perejil,…). Otra forma de elevar la bilirrubina es realizar cambios en el estilo de vida: aumentar el consumo de frutas y verduras, ingerir carbohidratos, restricción ligera de calorías y realizar ejercicio aeróbico.
En la Fundación, el Dr. Carreño y su equipo explican a personas con Síndrome de Gilbert todos estos hallazgos para que comprendan que no tienen motivos de preocupación.