La hepatitis autoinmune es una enfermedad relativamente rara pero que en los últimos años está aumentando el número de casos. Así, hace 25 años su prevalencia era de 9,95 casos por cada 100.000 habitantes y actualmente es de 27,91 casos por cada 100.000.
La hepatitis autoinmune se produce porque las propias defensas de la persona atacan a las células del hígado, provocando inflamación y destrucción. Se desconoce la causa que lo origina aunque se ha asociado a varios desencadenantes, como la hepatitis por virus A o vacunas (gripe, Covid, etc.). Esto parece lógico ya que las vacunas aumentan las defensas y éstas pueden atacar al hígado cuando existe una predisposición genética para ello. También algunos antibióticos (minociclina, nitrofurantoina) pueden inducir la aparición de la enfermedad.
La hepatitis autoinmune es una enfermedad potencialmente muy agresiva y es necesario diagnosticarla y tratarla lo antes posible. Puede aparecer a cualquier edad y afecta a más mujeres que a hombres, en proporción 4:1. Existen dos formas de presentación de la hepatitis autoinmune: hepatitis aguda y enfermedad crónica.
Incidencia de la hepatitis aguda
La hepatitis aguda representa un 25% de los casos y debuta con cansancio, aumento muy importante de transaminasas (los niveles pueden ser incluso superiores a 1.000 UI/L) e ictericia (coloración amarilla de la piel). Para el diagnóstico de la hepatitis autoinmune aguda es muy importante descartar otras causas más frecuentes de hepatitis aguda, como la infección por los virus A,B,C y E de la hepatitis, Citomegalovirus, Epstein-Barr virus, enfermedad de Wilson (acumulación de cobre en el hígado) o ingesta de fármacos (antipsicóticos, esteroides anabólicos, etc.).
La enfermedad hepática crónica cursa con aumento moderado de transaminasas (valores generalmente inferiores a 500 UI/L), que presentan oscilaciones en sus niveles a lo largo del tiempo e incluso a veces están dentro de los límites de la normalidad. Al igual que en la enfermedad aguda, hay que descartar otras causas de enfermedad del hígado.
Diagnóstico de la hepatitis autoinmune
La hepatitis autoinmune se diagnostica por la presencia en la sangre del paciente de autoanticuerpos (antimúsculo liso, antinucleares, anti-LKM, etc.) y también suele haber un aumento de la inmunoglobulina IgG. Sin embargo, en torno al 5% de los casos de hepatitis autoinmune no se detectan autoanticuerpos ni aumento de los niveles de IgG y la enfermedad es muy difícil de diagnosticar.
En este sentido, el Dr. Carreño y su equipo de la Fundación tienen en cuenta todos estos perfiles de aparición de la enfermedad para diagnosticar la hepatitis autoinmune. También siempre recomiendan hacer una biopsia del hígado para confirmar el diagnóstico.