En el New England Journal of Medicine se ha publicado un nuevo estudio que confirma trabajos previos sobre la duración de la protección que confieren las vacunas frente a la COVID-19. En este trabajo se han incluido 7.106.982 personas que habían recibido las dos dosis de vacuna (de AstraZeneca o de Pfizer).
Comprueban que en los mayores de 65 años, la protección frente a la infección disminuyó a las 20 semanas después de recibir la segunda dosis al compararse con la protección basal (38% vs 62%). En el grupo de 16 a 64 años, se encontraron hallazgos similares pero la disminución de la protección era menor (44,3% vs 64,8%).
También a las 20 semanas se encontró una disminución (aunque menos acusada) de la protección de las vacunas frente a la probabilidad de muerte por COVID-19, tanto en los mayores de 65 años (82% vs 94% basal) como en mayores de 16 años (84% vs 95%). En general, se observa una tendencia de resultados más favorables con la vacuna de Pfizer que con la de AstraZeneca.
¿Es necesario un refuerzo continuo?
Teniendo en cuenta estos datos, parece razonable la administración de una tercera dosis de vacuna a las 20 semanas de haber recibido la segunda. Sin embargo creemos que el camino a seguir no debe ser vacunar periódicamente de forma indefinida a toda la población, ya que esto podría debilitar el sistema defensivo de las personas. Parece mucho más razonable desarrollar fármacos antivirales que sean capaces de bloquear las antiguas y las nuevas variantes del coronavirus.
Ensayos con antivirales frente a la COVID-19
En este sentido, en el Journal of Molecular Structure se ha comparado la estructura genética del coronavirus con la del virus C de la hepatitis, encontrando muchas similitudes entre ambos. Dado que existen potentes fármacos antivirales frente a la hepatitis C, se ha estudiado en un modelo bioinformático la eficacia de los mismos para bloquear una enzima del coronavirus (la Proteasa Principal) que es fundamental para su replicación.
Se comprueba que al menos 6 de los antivirales que se utilizan frente a la hepatitis C bloquean eficazmente la enzima del coronavirus y por tanto pueden ser tratamientos útiles para curar la COVID-19. Dado que estos fármacos ya se están utilizando en personas con hepatitis C, creemos que se debe comenzar lo antes posible a realizar ensayos frente a la COVID-19 para comprobar su eficacia.